LA CASTÍLLADA
José Casero Sánchez
(4)
Agotado, firme, sobrio, se muestra
en su camastro, lecho vigilante,
cuyo orgullo renovado secuestra
la muy noble esperanza resultante
de tanta, experimentada, maestra
llave, dirigido timón restante.
Deberán, raudo, viajar al Cipango
sin perder el mérito, ni su rango.
(5)
Pero se nota ya, sí, muy cansado
para encarar semejante propuesta;
Elcano duda, ahora, renegado
marino, de que ya, su dura apuesta
tenga éxito, pues, tras ése pesado
encargo de Jofre, de triste fiesta
fúnebre, ya; llegar a las orillas
de Oriente. Metas, parecen, sencillas.
(6)
Urdaneta observa, contemplativo;
calla ante el camino que se presenta
ante sí, muy dudoso, pensativo.
Su pobre memoria, ahora, le enfrenta
al hecho de perder, resolutivo
con su futuro, al jefe que contenta.
Está claro; Elcano morirá pronto
con su fama endeudada… Triste monto.